El 4 de enero de 1931, en la madrugada, salió de Ciudad Barrios el cipote Oscar. Tenía apenas 13 años. Iba para San Miguel, al seminario menor donde estudiaría el bachillerato. Caminó 8 horas con el P. Benito Calvo, dejando atrás la montaña y entrando a la llanura y al calor.
Lo recibieron los padres Claretianos, que tenían a cargo el seminario de la Diócesis de San Miguel. En aquel caserón pasó 4 años en ambiente de familia, con agradables rutinas de oración y estudio, en fraternidad y sencillez. Descubrió su don de palabra, creció en el amor a la Virgen María, guardó recuerdos hermosos de este tiempo, hizo amistades perdurables como con Rafael Valladares, después compañero en Roma y como él, sacerdote y obispo.
Había sido el Alcalde de su pueblo, don Alfonso Leiva, quien vislumbró la vocación de aquel niño, lo motivó y habló con el Obispo y con los papás de Oscar para lograr su ingreso al seminario.
Terminado el bachillerato, el joven Romero llegó al Seminario San José de La Montaña, entonces en el centro de San Salvador. Estuvo sólo 7 meses. Su obispo, Mons. Dueñas, decidió enviarlo a Roma.
Llegó en octubre de 1937. Era un ambiente internacional y Jesuita. El Colegio Pio Latinoamericano era la residencia para los seminaristas del Continente. Los Jesuitas estaban a cargo. Lo mismo en la Universidad Gregoriana, la más prestigiosa de Roma, donde iban a cursar filosofía y teología para
completar el pensum básico de la formación sacerdotal.
Roma marcó para siempre al joven seminarista. Su espiritualidad católica, su adhesión al Papa, su “sentir con la Iglesia”. Se conoce bien este período por el diario que él llevó y que puede verse en el Libro “Así tenía que morir: ¡Sacerdote!”
En 1939 la 2ª. guerra mundial se desencadenó en Europa. Pronto se fueron sintiendo el hambre y el miedo. En ese ambiente Oscar Romero completó su formación y fue ordenado sacerdote el
sábado santo 4 de abril de 1942. Inició la Licenciatura sobre espiritualidad, pero la situación agravada de la guerra lo hizo volver al país.
Regresaba, esta vez con su amigo el P. Valladares. Pudieron llegar a San Miguel, después de haber sido hechos prisioneros en Cuba por venir de un país “enemigo”, hasta diciembre de 1943.
Contaba con 26 años. Era ya sacerdote. Estaba de regreso en su Diócesis. Había terminado su
juventud. Ahora era el Padre Oscar Romero.
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