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Nos Preparamos a la Misión

El Domingo de Pentecostés se anunció la Misión Evangelizadora, casa por casa, que tendremos en la Parroquia. Se escogió ese día porque el Espíritu Santo es el “Señor de la Misión”. Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió a Nazaret, su pueblo, y proclamándose el Mesías (es decir el “Ungido”), anunció su misión: “El Espíritu del Señor está sobre mi. Me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva...” (Lc 4, 16-21) Así mismo, los apóstoles, en el atardecer del Domingo de Pascua, recibieron de Jesús al Espíritu Santo y la misma misión que Él había recibido del Padre (Jn 20, 21-22). Fue en Pentecostés que todos, llenos del Espíritu Santo, se pusieron a hablar de las maravillas de Dios a la multitud reunida en Jerusalén para la fiesta (Hch 2, 1-11).





Comenzó así el tiempo para que cada Fuerza Viva (Comunidades Cristianas, Encuentros Conyugales, Juventud Cristo Redentor) anuncie a sus miembros la misión, los motive a participar y los inscriba ante la comisión encargada.


Este es el 4o. año que organizamos así la evangelización. El primer año participamos 55 misioneros. El segundo fuimos 125. El año pasado éramos ya 177. Buenos motivadores son los mismos misioneros, que contagian a otros el entusiasmo con que vivieron su experiencia evangelizadora y su crecimiento espiritual.


Además del testimonio de los misioneros, hay que escuchar a nuestro Obispo: “Al ser discípulos, tenemos que ser también misioneros capaces de llegar con el mensaje del Evangelio a los sectores más alejados de la Iglesia, a las personas indiferente y a las que no creen” (Plan Pastoral Arquidiocesano 3.1).


Y hacer caso al Magisterio latinoamericano, que en Aparecida, exhorta a todos. “Esta V Conferencia, recordando el mandato de ir y de hacer discípulos (cfr Mt 28,20), desea despertar la Iglesia en América Latina y el Caribe para un gran impulso misionero. No podemos desaprovechar esta hora da gracia. ¡Necesitamos salir al encuentro de las personas, las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles el don del encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de sentido, de verdad y de amor, de alegría y de esperanza! No podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos, sino urge acudir en todas las direcciones para proclamar que el mal y la muerte no tienen la última palabra, que el amor es más fuerte, que hemos sido liberados por la victoria pascual del Señor” (D.A. 548)


Este tiempo es bueno para motivar a todos con la ferviente enseñanza del Papa Francisco en “La alegría del Evangelio”: “Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo. La alegría del Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie” (EG 23). “Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades” (EG 49). “Muchos laicos sienten el temor de que alguien les invite a realizar alguna tarea apostólica, y tratan de escapar de cualquier compromiso que les puedan quitar su tiempo libre... algo semejante sucede con los sacerdotes, que cuidan con obsesión su tiempo personal” (EG 81). “¡No nos dejemos robar el entusiasmo misionero!” (EG 80). “¡No nos dejemos robar la alegría evangelizadora!” (EG 83).


Ahora, con la fiesta del Corpus Christi iniciamos la campaña de oración por la misión. Obedecemos así a Jesús, que dijo: “Pidan al Dueño de la cosecha que envíe obreros a su cosecha” (Mt 9,38). Es que la misión no es obra de la organización mejor o peor, ni de las ideas que se tengan, o de la habilidad para hablar o entablar relaciones humanas con las personas que se visiten.


Esto no es una campaña de mercadeo. La misión necesita “evangelizadores que se abren sin temor a la acción del Espíritu Santo... invoquémoslo hoy, bien apoyados en la oración, sin la cual toda acción corre el riesgo de quedarse vacía y el anuncio finalmente carece de alma. Jesús quiere evangelizadores que anuncien la Buena Noticia no sólo con palabras sino sobre todo con una vida que se ha transformado por la presencia de Dios” (EG 259). Oramos para que esa transformación se dé en los misioneros. Oramos para que el corazón de los visitados esté como tierra buena y produzca el 30, el 60 el 100 por uno (cfr Mt 13,8).


A partir de Julio está programado que cada sábado se tenga la preparación de los misioneros. Lo hacemos en base a la preparación que el mismo Jesús dio a sus discípulos para ir a misionar y que se lee en Mt 10, 5ss. “A estos Doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones:.. Vayan proclamando que el Reino de los cielos está cerca. Curen enfermos, resuciten muertos... gratis los recibieron, denlo gratis...” y que el Evangelio de Lucas presenta también en Lc 10, 2ss.


De esta formación habla también el Papa Francisco citando al Papa Pablo VI en Evangelii Nuntiandi “Quien quiera predicar, primero debe estar dispuesto a dejarse conmover por la Palabra y a hacerla carne en su existencia concreta... También en esta época la gente... exige a los evangelizadores que le hablen de un Dios a quien ellos conocen y tratan familiarmente como si lo estuvieran viendo” (E.N. 76 en E.G. 150).

Esa formación quiere ser de toda la persona: su espíritu, su doctrina, su metodología misionera de cercanía y diálogo, de respeto y gratuidad.


Ya en agosto se dan los últimos pasos preparativos: La hermosa jornada espiritual donde se forman las parejas y los grupos misioneros, el impresionante momento de gracia del envió misionero frente a los fieles en la principal Misa dominical.

Este año hemos puesto para todos lo que el año pasado fue iniciativa de un solo grupo: Van a ir todos a su zona de misión a ubicarse bien recorriéndola, a anunciar la Misión y a sentir propio ese lugar, esas casas, esa gente, que el Señor mismo ha puesto a nuestro cuidado.

Así nos preparamos para la Misión, con la alegría de ser llamados y enviados, con la certeza de que la obra es del Señor, con la responsabilidad de ser nosotros sus testigos.


Qué tiempo hermoso, de gracia, nos espera a los misioneros de la Parroquia.

¡Dichosos los que participen!



Tomado de:

El Redentor, edición No 23 JULIO 2014


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