El 24 de marzo de 1990, Mons. Arturo Rivera Damas iniciaba el proceso Diocesano para
introducir la causa de canonización de su antecesor, Mons. Romero. Habían pasado diez
años desde su asesinato. Años de confrontaciones entre quienes difamaban y quienes veneraban al Arzobispo mártir. Así pasarían 25 años más!
El FMLN lo manipularía como si fuera uno de ellos. ARENA lo atacaría como a un enemigo. Los poderosos se encargarían de ensuciarlo cada vez que pudieran y los creyentes sencillos se acogerían a Monseñor cada vez en mayor número y con mayor lucidez. Dentro
y fuera de la Iglesia, la figura, la palabra, el recuerdo, la invocación de Mons. Romero sería
“Piedra de contradicción y ante él se descubrirán las intenciones de los corazones” (Lc 2, 34-35).
En las dos visitas a nuestro País el Papa Juan Pablo II quiso visitar la tumba de Monseñor
en Catedral aunque se oponían la mayoría de los Obispos de la Conferencia Episcopal y en la última visita incluso el Arzobispo y, por supuesto también los gobiernos de derecha. Y en el Jubileo del año 2000, al llegar la celebración de los mártires del sigo XX, se extrañó que en los listados a leer en el Coliseo romano, no se mencionaba a Romero. El Papa lo incluyó personalmente en la oración final.
“Nuestros papás siempre nos han hablado mal de Monseñor. Es la primera vez que oigo algo positivo y espiritual de él” dijo una joven de la JCR en la preparación a la beatificación de Monseñor. “En la UES me lo presentaron como político de izquierda… hasta que he venido al Hospitalito he sabido de su vida cristiana y su amor a los pobres” dijo otra persona. “En el Colegio insinúan que se equivocó, que lo manipularon…” dijo alguien más refiriéndose a su lugar de estudios dirigido por sacerdotes conservadores.
Mientras tanto, Mons. Gregorio Rosa Chávez, amigo y colaborador de Monseñor Romero, no perdía ocasión para difundir por todo el mundo la palabra y el testimonio de Monseñor.
El y Mons. Urioste, a través de la “Fundación Romero” y otros sacerdotes con su incansable
predicación e invocación al Pastor Mártir también mantuvieron viva la presencia de Romero en nuestra Iglesia salvadoreña.
Pero Dios lleva la historia según su voluntad. Y El no abandona a quien se fía de él.
Así, contra viento y marea, la causa de nuestro Obispo, aunque fue bloqueada en Roma, a pesar del trabajo de los Monseñores Rafael Urrutia y Jesús Delgado desde aquí, y de Mons. Vincenzo Paglia en la misma Roma, fue avanzando en otros ambientes y su fama de santidad se fue extendiendo en el mundo entero: Su imagen se puso en la fachada de la Abadía de Westminster en Londres; reliquias de sus huesos de mártir están en los altares de las Catedrales de Niger, país de mayoría musulmana, y de Panamá; en la India se imprimen estampas con nuestro Obispo en traje indú! Aparecen películas, folletos, biografías, estudios y tesis de teología aquí y en el extranjero y se multiplican las celebraciones y peregrinajes en su honor…
Había que esperar un Papa latinoamericano para que se pudiera entender que la fe no sólo se defiende con dogmas o piedad, sino con la práctica. Que defender la vida y la dignidad humana, promover la justicia y la verdad es altísima caridad y auténtico testimonio de fe en Jesús y en su Evangelio.
El 3 de febrero de 2015 no cabíamos de gozo! Se declaraba mártir por la fe a Oscar Romero y se fijaba fecha para su beatificación en San Salvador.
Todos vivimos aquella fiesta el 23 de mayo en la Plaza del Salvador del Mundo. Alegría multitudinaria del pueblo creyente y sencillo! signos en el cielo! Reivindicación del Obispo ultrajado! Aquel día el Papa Francisco dijo de Monseñor: “Pastor según el corazón de Cristo, Evangelizador y padre de los pobres, Testigo heróico del Reino de Dios”.
Con rapidez sorprendente se celebró la Canonización. Roma, 14 de octubre de 2018. En la Plaza de San Pedro, junto a su maestro y pastor el Papa Pablo VI. Hermoso y profético designio de la Providencia! Mensaje claro para toda la Iglesia y en especial para los pastores! Clarificación universal: Los justos y agradables a Dios son los que aman a los pobres, los que buscan la justicia y la fraternidad, los sencillos y pobres de las bienaventuranzas! Podemos alabar con la Virgen “Proclama mi alma la grandeza del Señor… porque ha visto la humildad de su esclava. Desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones… El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes!!” (Lc 1, 46 ss).
Tenemos para nosotros un modelo, un reto, un ideal. Que cunda la santidad en nuestra Iglesia salvadoreña! San Oscar Romero, ruega por nosotros!
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