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VIRGEN MARÍA

Unidos a la Iglesia en todo el mundo, en la Parroquia “veneramos a la Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor” (cfr Lc. 1, 26 ss y 2, 1 ss) (Plegaria Eucarística I) A Ella la llamamos “bienaventurada”, según su propia profecía (cfr Lc. 1, 4 8) y llenos del Espíritu Santo le repetimos: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre... Dichosa Tu que has creído ...! (Lc 1, 42-45)

De ella aprendemos a estar íntimamente unidos a Jesús, desde su nacimiento hasta la ascensión al cielo (Lc. 2, 4-7; Mc 3, 31-35; Jn 2, 1-12; Hch 1, 12-14). De ella aprendemos a recibir la palabra de Dios con todo el corazón (Lc 1, 28-38), a alabar a Dios por sus maravillas (Lc 1, 46-55), a interceder por las necesidades de los hermanos (Jn 2, 3). A la Virgen la recibimos como madre de los discípulos, entregada por el mismo Jesús, y la recibimos con amor en nuestra casa, como lo hizo Juan (Jn 19, 26-27). Unidos a Ella oramos para que la Iglesia esté siempre animada por el Espíritu Santo (Hch 1, 14 y 2, 1-4).

La Sagrada Escritura nos habla de la Virgen María en figuras, desde el libro del Génesis (Gen. 3, 15), en los Profetas (Is 7, 10-17), en los Salmos (45 (44) 10-18) y en las santas mujeres del pueblo de Israel como Eva, Sara, Raquel, Judith, Ana , Ester y Rut. El libro del Apocalipsis nos muestra la visión final de la “Mujer” glorificada en el cielo (Apoc. 11,19-12,6). Los Evangelios son los que principalmente nos hablan de María.

Así, de la Sagrada Escritura sacamos el conocimiento de la Virgen y el lenguaje para alabarla. El Espíritu Santo, que inspiró las Escrituras y a Isabel para alabar a la Virgen, nos inspira también a nosotros. Quien no alaba a María, no conoce las Escrituras, quien no la alaba no tiene el Espíritu Santo.

Con toda la Iglesia proclamamos a Maria de Nazaret, concebida sin pecado original, la Madre Virgen de Jesús nuestro Señor y Salvador. A ella la Primera y la mejor de sus creyentes y de los discípulos. Ella la figura y el modelo de la Iglesia. Ella admirablemente unida a Cristo en su pascua, llevada en cuerpo y alma al cielo. Ella la Madre de la Iglesia que intercede por nosotros que vamos en camino hasta que lleguemos a la casa definitiva en el Reino Pleno.

En la Parroquia de Cristo Redentor, veneramos con ternura y alegría especial la imagen de la Virgen de Guadalupe, aparecida en nuestras tierras americanas, la evangelizadora del Continente, la que quiso parecerse a nuestra raza y asumir nuestra cultura, nuestra historia, nuestro dolor y nuestro arte.

En su Sagrada Imagen está expresado en pictogramas el mensaje central del Evangelio; Ella es la Mujer del Apocalipsis (Apoc 12), y quien con amor de Madre, se acercó a todos nosotros en la persona de Juan Diego, para llevarnos a Jesús.

Con Palabras de Evangelio y de la Iglesia en oración le decimos:
 

“Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén”

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